martes, 25 de mayo de 2010

El por que de nuestra visión

¿De donde proceden las características fisiológicas que poseemos? ¿Por que tenemos el aspecto que tenemos y no otro? ¿Por qué no tenemos ojos en la nuca, en los dedos de los pies o por qué no tenemos branquias y pulmones?
Todas estas preguntas nos llevan a postular diferentes razones, que pueden ser más o menos acordes con la ciencia o con las creencias. Pero la respuesta hemos de buscarla en la selección natural de los caracteres hereditarios, esa idea que propuso C. Darwin hace ahora unos 150 años. Nuestros órganos de los sentidos son el resultado de millones de años de evolución, en la que las diferentes mutaciones ocurridas en los seres que nos preceden en la línea evolutiva llevarían a lo que somos. Las células que constituyen nuestros ojos debieron comenzar en seres mucho más primitivos siendo meras células sensibles a la luz. Si pudiesemos montar ese árbol geneálogico completo en el caso humano podríamos entender perfectamente todos y cada uno de esos cambios. Sin embargo, el cuadro no está completo porque no tenemos todos esos eslabones en forma de fósiles. Si es importante pensar que los cambios acontecidos debieron siempre proporcionar una ventaja adaptativa a sus poseedores y por tanto, se mantuvo en la estirpe celular.
No resolvemos una de esas preguntas. ¿Por qué no en la nuca? Es posible que el sentido de avance en nuestro cuerpo haya representado una razón importante, sin embargo la razón principal es que la situación de nuestros ojos (ya conseguido en representantes anteriores de nuestra líena evolutiva, y me refiero a los mamífiros de visión frontal), permite una visión que abarca un amplio ángulo de visión que junto a la movilidad de nuestro cuello permite una visión de lo que sucede a nuestra espalda sin necesidad de ojos en la nuca.
Otro tema es si nos vendrían bien o no tenerlos.

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